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PABLO GARCÍA-INÉS

Sara es un nombre cualquiera

Sara es un nombre cualquiera

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Sara es un nombre cualquiera
pero, a veces, es también una sonrisa,
un simple movimiento músculo-facial,
un estímulo nervioso involuntario,
que cambia el orden monótono del mundo
y lo vuelve un caos apetitoso
repleto de días devorables
para comerse a bocados
un lunes cualquiera por la tarde.

Porque Sara no existe pero, a veces,
cuando el viento sopla fuerte para barrer la plaza,
cuando todas las veletas apuntan
en dirección opuesta
al rincón en el que Sara habita,
me llega un sabor a ella que permanece
abrazado al paladar durante días
como un buen vino o una horrible resaca.

Porque Sara es la oreja
que no pienso cortarme,
el truco en la magia,
la excusa en los bares,
combustible en las teclas.

Sara es la ausencia de Sara.
La ficción novelada de una reina
a la que, tras tanto Disney,
quise construir palacios
hasta que gritó con furia:
¡me tapan el cielo!

Sara es la cuerda que salva al trapecista
y la que cuelga al ahorcado.
Sara es una brújula con cuatro sures
dirigiendo hacia el sol mis pasos.

Hacia el sol mis pasos.

¡Allí arderá todo lo que tenga tiempo!

Será ceniza Sara.
Seré ceniza yo.
Mis ojos, mis manos, mis piernas.
Mi recuerdo, mi soledad, mi ausencia.

Arderá todo y, cuando el fuego amaine,
sobre el cuaderno
en pie
quedarán
las cicatrices.
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Sobre el autor

En los papeles de Pablo se puede leer que es antropólogo, periodista y economista, pero en las cuartillas de sus cuadernos, en las páginas de este libro, se lee que es poeta, incluso más que hombre, poeta. Pablo ha aceptado ese destino que no puede comprarse ni estudiarse, ha masticado su densidad y, en una especie de delirio primitivo, ha decidido usarlo de combustible para su inolvidable viaje por la vida.

«La belleza es verdad y la verdad, belleza», vino a recordarnos el poeta. Los versos de Pablo se prenden de la verdad incendiaria con la que ama a corazón abierto. Se crecen con el elixir inflamable de los que se niegan a vivir a medias.

Porque el poeta es un invento literario, un escudo con forma de espejo, un alter ego para bailar en la tormenta. Por eso Pablo le pone a su miedo versos, a su soledad Caribe, a sus guerras libros y a sus heridas... a sus heridas un nombre cualquiera.

Irene García-Inés